Lolo tiene entre treinta y cuarenta años. Vivió parte de su infancia y su adolescencia durante esta década. Si hay que hablar de Star Wars, Lolo es Lolo y puede recordar con exactitud milimétrica los movimientos de Anakin Skywalker y su sable de luz; si en cambio la nostalgia tiene cara de pequeño Pony, entonces Lolo será Loló y saldrá a recordar con ternura sus largas y sedosas crines rosadas.
Pero Lolo tiene un defecto: es un ser Argentino. Argento, decimos desde adentro. Muchos de sus comentarios serán – gracias globalización!- sobre ochentosos tópicos internacionales. Pero otros, serán tan argentinos como el dulce de leche o Clemente ondeando una banderita celeste y blanca. Sepan disculpar, che!