La parentela del Cubo Rubick
Ya su mismo nombre nos lo advertía. ”Cubo mágico”: solo un mago podía resolverlo; solo por arte de magia te podían llegar a quedar todos los colores bien ordenaditos
en fila india.
Pero el cubo, el ochentosisimo cubo mágico, tenia un familiar más mundano, con menos fama, con menos brillo. Un primo bobo. El choclito de colores, ¿se acuerdan? Tan
poco popular era el coso este, que ni se como se llamaba. A simple vista parecía más simple, más sencillo. Un espacio vacío te ayudaba a girar y ubicar correctamente
sus pequeños dientes de colores. Y además, esas filas se armaban en una única dirección, verticales u horizontales. Nada de andar pensando simultáneamente hacia un
lado y hacia otro.
Era justamente, esta aparente sencillez la que lo volvía aun más peligroso, más temible. Porque que el cubo mágico era una cosa mas que mágica, imposible; era algo que
lo sabíamos todos. Pero este otro no, este era fácil.
Y no te quedaba otra que sentirte un autentico ganso, cuando ni hasta el choclito te salía.
PD: Seres más nerds que quien suscribe, afirman que el por mí mal llamado “choclito” no era en realidad tan ignoto, y que hasta su propio nombre tenía, se llamaba: Cilibol.
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