Por siempre… ¡La Familia Ingalls!

Para algunos -chilenos y venezolanos- “La Pequeña casa en la pradera”, para otros -españoles ellos- “La casa de la pradera”, para los sudamericanos “La Familia Ingalls”, para mexicanos “Los pioneros”; pero sin lugar a dudas para todos, esa familia ideal donde el amor y valores tales como respeto, lealtad, amistad, solidaridad, circulaban como pan recién horneado en horno de barro.

Los Ingalls eran todos buenos, buenísimos. Desde papá Charles con sus eternos tiradores y sus ojitos color cielo; (un inolvidable Michael London) mamá Caroline, toda blonda pelo recogido en sombrerito de tela y dulce; y sus tres niñas: la pequeña Carrie, la mayor Mary -que nos hizo sufrir como locos con su prematura ceguera- y Laura, la más inquieta y traviesa.

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Es justamente Laura Ingalls -la verdadera, no el personaje- quien escribió su autobiografía titulada “Little House on the Prairie”.

A comienzos de los años 1970 estos libros originales fueron leídos por Ed Friendly, un productor y ejecutivo de TV que intuyó -¡y vaya que fue acertada su intuición!- que a todos encantarían esos relatos breves, sencillos, cotidianos, de la vida de esta familia americana de fines del siglo XIX, recién asentada en Minnesota.

Como en toda buena serie, no faltan los malos: una odiosa Harriet -esposa de Nels dueño del almacén del pueblo- y su hija, una mucho más odiosa aún Nellie Oleson. Una pequeña rubia de gesto ruin a la que daba ganas de tirarle de los rulos cada vez que abría la boca.

Juegos en el río y en los árboles, cenas caseras -¡nada de delivery!- precedidas por el rezo, perros celosos de mapaches, la pareja amorosa siempre sonriente, la caminata por calle de tierra hacia la escuela, familias vestidas para ir a misa y la infaltable caramelera de vidrio de los Oleson hacen que esta familia se haya ganado un podio en nuestro altar de la nostalgia.

A través de los años La familia Ingalls se fue ensanchando ¡tan grande era su amor!: primero adoptan a Albert Quinn, un niño de unos diez años y pasado incierto; y luego, unos cuantos capítulos más adelante, a James y Cassandra, un par de hermanos que quedan repetidamente huérfanos

La serie fue producida y transmitida con enormes niveles de audiencia por la cadena NBC entre 1974 y 1983, convirtiéndose en una de las series de TV más populares queridas de todos los tiempos.

¿Quieres rememorar el primer capítulo? Acá va: ¡Bon Apetit!:

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