Ser “Jedi” con una espada sencilla
No tenía inscripciones que relucieran a trasluz. No lanzaba fuegos de colores, ni hacia sonidos de rechinar de metales. Ni siquiera llevaba pilas. Mi primer espada era verde y de plástico. Sencillita. Casi trucha te diría. Con ese plástico que tiene como pelitos al costado. Claramente, no era una espada original de Star Wars.
Pero andá a saber de que extraño material estaba fabricada –mágico en aquel entonces- que bastaba apagar todas las luces de la habitación para que la espada – verde y de plástico trucho- se iluminara.
Entonces, con la espada mágicamente encendida entre tus manos, te convertías, de una vez y para siempre, en un autentico Jedi.